lunes, 22 de marzo de 2010

Berriches y pataletas


Son muchas de las frases que escuchamos a diario cuando los papás y mamás sienten que algo tiene que cambiar:
"Ya no se más que hacer con él!"
"Me siento agotada, hace lo que quiere y cuando quiere!"
"Ni las penitencias ni las promesas de regalos evitan el escándalo".
Por eso es bueno, preguntarse:
¿Cómo actuar frente a los berrinches/rabietas de mi hijo?
Cuál es el límite justo, cómo hacer para que algo cambie y estemos todos mas tranquilos?
Primero, debemos entender que es absolutamente normal que nuestros hijos demanden, pidan y tengan deseo de todo y en todo momento. Pero ésto es imposible de ser satisfecho, y tampoco es sano para él.
Marcando pautas claras desde el nacimiento, mostrándole lo que puede y no puede hacer, vamos construyendo el antídoto para el berrinche:
Poniendo límites y los "NO" bien claros.
Si bien cada familia y cada hijo es único e irrepetible, detrás de un limite está siempre la necesidad de nuestros hijos de ser contenidos y la nuestra de contenerlos.

¿Qué es un Limite?
• Es sinónimo de amor y contención.
• Es el primer acto de amor que los papás le ofrecemos en la vida.
• Es el primer organizador de su vida.
No es algo mas agregado, que puede ponerse o no. SIEMPRE están, aun sin estarlo
• Dar y poner limites, es enseñarle a nuestro hijo a, que aprenda a esperar y a saber que todo no es aquí y ahora. Que hay cosas que puede y hay otras que no puede hacer o tener.
¿Hay que retarlos o ponerlos en penitencia?
Es un tema de autoridad, no de autoritarismo Un niño de alrededor de dos años, responde bien si siente confianza en el adulto que pone ese límite, aunque lo desafíe.
El reto o la penitencia es una forma de castigarlos por lo que hicieron que no siempre los ayuda a entender porque se portaron mal o desobedecieron. Solo los para por un rato. Obedecen sin comprender.
No tenemos dudas de poner un NO rotundo, cuando está en riesgo la vida o la integridad física de nuestros hijos. Con aparatos eléctricos, lugares abiertos agresiones físicas.
La tenemos muy clara y ellos nos creen.
Pero frente a otras situaciones nos ponemos más dudosos, y ahí se producen los caprichos y los berrinches. Cuando el adulto duda ante el NO que pone, los chicos responden de esta manera, portándose mal, angustiándose.
Cómo lo manifiestan?
No quieren irse dormir, se niegan a comer o les resulta muy difícil estar tranquilos, se encaprichan por cualquier motivo. Pegan o pellizcan todo el tiempo, o se auto agreden Alrededor de los dos años, los niños tienen inmensos deseos de independizarse, de ser autónomos como a la vez de seguir siendo bebés. Por eso a veces se comportan tan mal que nos confunden.
Entonces aparecen los caprichos, para asegurarse de que los tenemos presentes todo el tiempo. Como una necesidad de llamar nuestra total atención. Y a la vez intentan hacer cosas que aún no pueden.
Tener en cuenta estas sugerencias que pueden ayudar a prevenir los caprichos:
Conocer y respetar sus horarios sus rutinas, los rituales que los ayudan a entender que hay momentos para cada cosa que se esperan y saben que llegaran.
Ej: el momento de alimentarse, de ir a dormir, de darse un baño, de jugar, les permiten aprender a comprender la noción de tiempo y que todo no es ya, aquí y ahora.
Es importante saber que primero el LÍMITE los enoja pero luego los tranquiliza.
Algunas pautas a tener presentes en todo momento:
• Probar y conocer cual es nuestro límite de tolerancia.
• Firmeza: Sin golpes ni castigos físicos o psíquicos. No se aprende por humillación; de ese modo sólo se los somete y se los lastima.
• Mostrarnos seguros pero con afecto y hablándoles mucho.
• Coherencia entre papá y mamá.
• No dar dobles mensajes.
Ofrecerle alternativas posibles que si pueda realizar.
• Respetar su enojo sin necesidad de intervenir. Acompañándolo y dándole tiempo para que se le pase.
• Ser concretos.
Cumplir y sostener lo que decidimos.
• Ser constante en la puesta de límites.
Poner un "NO" claro.
• Limitarlos estando nosotros tranquilos, sin gritos.
Anticiparles cuando algo va a terminar o cuando no queremos que haga determinada cosa. Nuestra conducta y actitudes como padres serán el modelo y la forma en la cual comprenderán que esperamos de ellos. Y desearán responder a esa expectativa por el amor que nos tienen. Aprenderán así, poco a poco a socializarse, a crecer como personas autónomas, libres, con normas y reglas incorporadas para poder compartir y convivir en la sociedad que les toca vivir Si nos manejamos con premios y castigos, solo lograremos un adiestramiento, pero no un verdadero aprendizaje que los ayude a ser felices y libres. Respuesta: Marcarle límites bien claros es una forma de darle contención. Es muy importante que no se lo "castigue" con sanciones que no estén relacionadas con lo que ha hecho. Hay que ser muy claro con él, cuidarlo en manera especial por un tiempo, y dejarle bien claro que el amor que le tienen es incondicional. Darle gustos innecesarios o responder a sus caprichos por "miedo" a que se enoje y luego pegue, no es otra cosa que alimentar esta situación que es preocupante para todos.
Lic. Adriana PeneriniRespuesta: Poner límites claros y que otro los acepte es algo muy complejo. Los mensajes a nuestro hijo seguramente son desde el amor, y los límites son necesarios y ayudan a crecer. Decir NO con firmeza y convicción requiere estar segura de que realmente no debe hacer lo que le negás, por ejemplo meter los dedos en el enchufe. No hacen falta los golpes ni las situaciones violentas. El te prueba con su seducción y su desafío, vos podés responderle desde el amor, la seguridad y la coherencia: vos tampoco metés los dedos en el enchufe porque es muy peligroso. Límites a los berrinches


¿Qué se debe hacer ante un capricho? ¿Conviene un reto, una penitencia o hablar del tema, por más chiquitos que sean? Consejos para papás a la hora de decir "no".
usted, señora mamá o señor papá, es de esos que repiten cada vez con más frecuencia frases del tipo: "¡Me tiene harto, ya no sé qué más hacer con él!", o "¿Cómo hago? Hace lo que quiere y cuando quiere", o "Ni las penitencias ni las promesas de regalos o salidas evitan sus mañas", sepa que es momento de hacer algo. O que al menos algo tiene que cambiar. Especialmente, hay que tomar las riendas de la situación y poner límites.

Eso sí: antes hay que entender algunas cuestiones. Según explica la licenciada en Psicopedagogía Alejandra Libenson, es absolutamente normal que los hijos demanden, pidan y tengan deseo de todo y en todo momento. Pero atención que no todo es posible satisfacer, no sólo por cuestiones lógicas (como por ejemplo razones económicas), sino además porque tampoco es sano para el pequeño. Por eso hay que tratar de marcar pautas claras desde chiquitos, mostrándoles lo que se puede y lo que no se puede hacer. Esto incluye poner límites y saber decir cuando sea necesario un "no".

"Dar y poner límites a los chicos es enseñarles a que aprendan a esperar y a saber que todo no es aquí y ahora. Que hay cosas que pueden y hay otras que no pueden hacer o tener", explica.

Retos y penitencias
La pregunta del millón es si los límites están vinculados a los retos y el ponerlos en penitencia o castigarlos en el peor de los casos. Muchas veces se confunden. En realidad, según los psicólogos estos son todo un tema de autoridad, pero no de autoritarismo. "Un niño de dos años responde bien si siente confianza en el adulto que pone ese límite, aunque lo desafíe. El reto o la penitencia es una forma de castigarlos por lo que hicieron que no siempre los ayuda a entender por qué se portaron mal o desobedecieron. Sólo los calma por un rato. Entonces, obedecen sin comprender a ciencia cierta por qué no deben hacer tal o cuál cosa", ejemplifica la profesional.

Chicos que no quieren irse a dormir, o se niegan a comer lo que se ha preparado, o les resulta muy difícil estar tranquilos, se encaprichan por cualquier motivo, lloran, o lo que es peor pegan o pellizcan todo el tiempo a quien tienen a mano o se autoagreden.

Alrededor de los dos años los niños tienen inmensos deseos de independizarse, de ser autónomos, como a la vez de seguir siendo bebés. Por eso a veces se comportan tan mal Si que confunden a los mayores de su alrededor. Entonces aparecen los caprichos para asegurarse de que los padres los tengan presentes todo el tiempo. "Es algo así como una necesidad de llamar la atención. Pero a la vez intentan hacer cosas que aún no pueden. Ahí es cuando hay que poner a funcionar los límites. Quizás al principio se enojen, pero después se van a tranquilizar", explica.
* Probar y conocer cuál es el límite de tolerancia de los padres.
* Conocer y respetar los horarios de las rutinas de los chicos y sus rituales para que puedan entender que hay momentos para cada cosa y que todo no es ya, aquí y ahora.
* No hay que temer responder con un no rotundo cuando está en riesgo la vida o la integridad física. Si los padres actúan con claridad, los chicos entienden.
* Actuar con firmeza. Esto no implica gritos, golpes ni castigos físicos o psíquicos. Hay que entender que no se aprende por humillación, ya que de ese modo sólo se los somete y se los lastima.
* Mostrarse seguros pero con afecto y explicándoles lo que sucede.
* Las decisiones de papá y mamá deben ser coherentes. O sea: no dar dobles mensajes.
* Ofrecer alternativas posibles.
* Respetar el enojo sin necesidad de intervenir. Acompañarlo y darle tiempo para que se le pase.
* Ser concretos.
* Cumplir y sostener lo que se decide.
* Ser constante en la puesta de límites.
* Las conductas y actitudes de los padres serán tomadas como modelo y como base para comprender qué se espera de ellos. Aprenderán así a crecer con normas y reglas básicas para convivir y compartir con otros.
* Si los papás se manejan con premios y castigos, la experiencia indica que sólo lograrán un adiestramiento, pero no un verdadero aprendizaje que los ayude a ser felices y libres. Si realizamos una mirada crítica a la realidad y a las problemáticas cotidianas que nos circundan podremos vislumbrar un conflicto común a las instituciones educativas. Este emerge en la nuestra manifestándose en un elevado número de alumnos de las salas de los más pequeños (3 y 4 años y extensible en algunos casos a las salas de 5 años).

Este conflicto es "la gran dificultad para aceptar, poner y trabajar con los límites".

Pensamos los límites no como castigo sino como frontera, como horizonte. Mi compañero, mi próximo, el otro como horizonte nuestro, nosotros como fronteras de los demás.

Vivir entre límites, con ciertos encuadres y normas es fundamental para brindar un medio óptimo para desarrollar nuestra libertad.

Dice Jaime Barylko "La libertad no se da, la libertad se conquista, se logra, se esculpe, abatiendo esclavitudes, confrontándose con límites, aceptando unos, rechazando otros, pero usá dolos como referentes en el camino. La libertad es un medio no un fin".

Es un medio para crear, para elegir, para crecer. Quien crea, trabaja en un proyecto, quien elige opta entre dos opciones (éstas son los límites que le dan sentido).

Límites que se amplían a medida que se crece. Límites que enojan al principio pero que luego tranquilizan. (Hay alguien que se ocupa de lo que me supera) 'Sin límites el niño no puede desarrollarse, necesita un ritmo, un sistema, un orden, un lenguaje. Todo eso proviene al principio desde el afuera". (Dr. Carlos Wernicke).

BERRINCHES O PATALETAS Cuando a tu pequeño le da un ataque de ira y comienza a hacer una pataleta o un berrinche, lo mejor es dejar que se le pase. Ignóralo, pues lo que él quiere es ser observado, así que si no lo logra se calmará más rápidamente. Una vez que esté tranquilo, habla con él y explícale que tiene derecho a demostrar su enojo, pero que los berrinches son la peor forma de hacerlo. ¿QUÉ HACER CUANDO SE PRESENTA UN BERRINCHE? Los berrinches son un tema de preocupación para todas las mamás, y aunque es algo muy común no siempre sabemos qué hacer cuando se presentan. Para aprender a manejarlos es importante saber qué son. ¿QUÉ SON LOS BERRINCHES? Los berrinches son una respuesta refleja que se da ante una situación frustrante; cuando algo no resulta como el niño quiere. Hay que recordar que en los niños no es muy común encontrar el concepto de saciedad; casi siempre desean más de lo que les damos, y esto incrementa la posibilidad de que experimenten frustración. Cuando los niños se enfrentan a esta situación, cuando algo no es como ellos quisieran o cuando alguna cosa se les niega, van a utilizar diversos recursos para obtener lo que se les esta negando. Llamar la atención, conseguir un regalo anhelado, o hacer enojar a los padres, son algunos de los deseos que el niño pretende satisfacer mediante el berrinche. En otras palabras, los niños aprenden que gracias a este recurso obtienen de los adultos lo que desean; y cuando en realidad lo consiguen, comienza un círculo vicioso que se encadena a los deseos del pequeño. ¿CÓMO PODEMOS MANEJAR LOS BERRINCHES? La respuesta a esto es paradójica: en cuanto la situación se presente, la recomendación es hacer lo menos posible; y en función a ello el resultado será mejor. Es muy importante recordar que una de las razones por las que un niño hace berrinche es para llamar la atención de quienes lo rodean, y casi siempre lo consiguen de maravilla, pues frecuentemente tendemos a volcarnos sobre de ellos cada vez que los hacen. Dado lo anterior, y por difícil que resulte, no debemos perder la calma ni la tranquilidad en cuanto la situación aparezca. Tampoco debemos mostrarles enojo; a los niños en ocasiones también les gusta vernos disgustados y terminan por darse cuenta de que con estas actitudes lo logran. Ahora bien, ¿qué hacer concretamente?. Lo primero es hablar con el niño para decirle lo que pasará si se presenta el berrinche. Es importante no confundir la firmeza con la agresión. Recuerda que debe ser sin violencia y sin enojo aparente. Debes tomar en cuenta que al mandarlo a su habitación tiene un objetivo mas no es un castigo. Y no necesariamente se debe confundir por ejemplo el dejarlo sin cenar o ir a su clase favorita con la situación que te presenta del berrinche. Es indispensable que el niño no consiga lo que quería, que no se salga con la suya. Por lo menos nunca antes, durante o inmediatamente después del berrinche. Si lo ha de conseguir, deberá hacerlo mostrando un comportamiento más adecuado. Si los berrinches se presentan en la calle o en lugares públicos la situación no debe ser muy diferente. Normalmente los papás nos apenamos de los berrinches en público, cosa que los niños aprovechan para conseguir lo que quieren. Incluso muchas de las veces aprenden a hacerlos más grandes. Es obvio que si el niño se percata de que desespera a sus papás, que recibe muchísima atención, y además obtiene lo que quiere, los berrinches nunca van a desaparecer. Lo recomendable es hacer el menor caso posible cuando aparecen los berrinches sin abandonarlos ni descuidarlos, y así irán desapareciendo paulatinamente. ¿PUEDO SOBRELLEVAR LOS BERRINCHES? La frustración, el enfado y las rabietas son inevitables en cualquier niño. Quienes nos encargamos del cuidado de un niño necesitamos permitirle exteriorizar sus emociones, al mismo tiempo, enseñarle a expresar su enfado de formas que no sean violentas ni abiertametamente agresivas. Algunas sugerencias: Cuando hacen berrinches es porque no pueden conseguir o hacer algo. Vea cuando empieza a enfadarse, e intente dirigir su atención y su energía hacia una actividad diferente y más aceptable. Si no consigue distraerlo, ignórelo. Cuando usted reacciona ante las explosiones del niño, lo que hace es recompensarle y reforzarle su comportamiento negativo dedicándole más atención. Si la rabieta implica pegar, morder o cualquier otro comportamiento que pueda lastimar a alguien, usted no puede ignorarlo. Pero reaccionar de una forma exagerada tampoco le servirá de nada. En lugar de ello, dígale al niño inmediatamente, con claridad y con voz calmada, que no debe comportarse así, y si puede lléveselo del lugar donde tuvo la conducta inadecuada. Cuando son muy pequeñitos no pueden entender explicaciones complicadas, por lo tanto no intente razonar con él. Basta con que se asegure de que entiende cual ha sido su comportamiento no adecuado.

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