lunes, 22 de marzo de 2010

Dientitos

Dientitos

Por Ana von Rebeur

Primero salen dos puntitas blancas pequeñitas que convierten su sonrisa en lo más deliciosa visión terrenal . Después se les llena la boca de dientes minúsculos, que más tarde se reemplazan por una serie de paletas demasiado grandes para el tamaño de la cara. El reemplazo no viene sin angustia. Dicen que los gatos y perros también tienen dientes de leche que cambian por los definitivos. Yo nunca me enteré que mis gatos o perros pierdan los dientes por uno nuevo. Sin embargo, para el cachorro humano es un cambio tan traumático que hay que pagarle para que lo supere. Supe que mi hija ya no creía en el Ratón Pérez cuando dejó bajo la almohada un cartel diciendo: “Ratón: te aviso que no se aceptan patacones”. Y supe de un hijo que se tomaba la cosa tan comercialmente que le cambiaba los dientes de leche por caramelos o figuritas a sus compañeros de escuela, para llevarlos a casa y decir “se me cayó otro diente”...y otro...y otro.. La madre , que perdió la cuenta, terminó pagando tantos dientes como los de un tiburón .
Pero lo peor es que uno termina pagando por dientes que viene fallados: salen torcidos, muy arriba, muy hacia fuera y hay que acudir a la detestable ortodoncia. Otra lucha terrible : los chicos olvidan ponerse los aparatos, se los dejan en casas de amigos que viven a 100 kilómetros, o los pierden detrás de una cómoda , obligando a reponerlos, hasta que uno los encuentra el día que pinta el cuarto .
Recuerdo cuando me rompieron unas ventanilla del auto para robar una cartera...donde mi hija de siete años llevaba solamente el aparato de ortodoncia. Me imagino la cara del ladrón al descubrir tan macabro botín babeado. Otra vez el aparato se le cayó de la falda a mi hijo al bajar del auto en alguna de las doce paradas que hicimos un día de veraneo en la costa. Rehicimos la recorrida del día al milímetro hasta dar con el aparato, que estaba en el cordón de la vereda de la parada número siete, salvado (por feo) de que lo robaran .Y no son pocos los padres que acabaron vaciando tachos de residuos de Mc Donald´s hundiendo los brazos en la basura hasta hallar el aparatito infernal . Todo para que el día de mañana, si nuestros hijos no tienen la sonrisa perfecta, no digan que no lo intentamos. De todos modos, una en el fondo sigue sospechando que la sonrisa perfecta era la de los cinco meses : sin dientes .

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