lunes, 22 de marzo de 2010

Abuelas modernas

"Susana se mira al espejo cada mañana y es como si se conectara a Internet para bajarse una versión actualizada de ella misma. Se pone un poco de crema antiage después de una buena ducha: hay que recuperarse de la larga caminata aeróbica. Se seca el pelo, se pasa la planchita, elige de su placard alguna prenda que su nuera envidiaría. Un touch de maquillaje y está lista para ir a buscar a su nieto Juan Ignacio, de un año. Ella preside la comisión de mujeres de la Asociación Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina. Tiene una reunión de trabajo, pero como pudo arreglar para hacerla en casa, va a cuidar a Nachi durante el encuentro.

Susana Ibarbalz tiene 55 años y encarna el nuevo perfil de las mujeres de su generación: las abuelas XP (por el último programa de Windows) son la antítesis de aquellas mujeres que supieron ser nuestras madres y abuelas. Su imagen se encuentra en las antípodas de la señora de pelo blanco recogido y batón que sólo se dedicaba a cocinar y cuidar a los nietos. Como Silvia Vittorione, que pasados los 50, empezó a ejercitar sus músculos para combatir una osteoporosis incipiente, con ayuda de un personal trainer y de pesas.

Ellas, las abuelas de hoy, no se quedan afuera de la tecnología, de ahí que se las llame abuelas XP, como la última versión del sistema Windows. No sólo se conectan vía Internet con sus amigas, bajan programas y buscan datos; chatean con gente de todo el mundo y también se escriben mails con sus nietos. Hacen deporte, danza, pilates; pintan, trabajan, estudian, atienden a los nietos, toman clases de cocina o de idiomas, se van de viaje con las amigas, o con otras parejas, salen a bailar.

Están, según ellas mismas cuentan, "en la mejor etapa de sus vidas". Criaron a los hijos y ahora pueden disfrutar con su pareja como si los dos fueran chicos. Se dan cuenta de que llegaron a los 50 o a los 60 en perfecto estado y con la posibilidad de no dejar más sueños postergados. Solas (y no siempre queriendo estarlo) o con maridos que también se ven más jóvenes.

Las mujeres del nuevo siglo ganaron casi diez años de esperanza de vida en sólo 50 años, según un estudio que presentó la Organización Panamericana de la Salud (OPS) en 2004. Hoy, una argentina de 60 tiene una expectativa de vida de unos 20 años por delante. Y no sólo eso, también, según el informe, llega en mejores condiciones gracias a los adelantos en materia de salud. Según el estudio, una de cada cuatro mujeres de 60 años hace deporte regularmente; esto es más de tres veces por semana a un ritmo enérgico. Siete de cada diez mujeres dijeron no tener dificultad para caminar y subir escaleras. Y seis de cada diez no tienen problemas para agacharse o arrodillarse, por ejemplo, para jugar con los nietos.

La hipertensión arterial es una de las principales enfermedades crónicas de la edad. Según la encuesta de la OPS, el 47% de las argentinas la combaten con ejercicio físico, además de hacerlo con dieta y medicación. Son casi el doble de las que sólo toman medicamentos.

Según el mismo informe, las abuelas argentinas son las menos depresivas del continente. Apenas el 14,6% sufre de depresión. En Chile, afecta al 27, 7%; en Cuba, al 23,6%, y en México, al 20,7 por ciento.

Todo esto cambió radicalmente la imagen de las abuelas. No sólo en cuanto a lo físico, sino también en lo funcional.

Hoy, según las estadísticas del Indec, una mujer de entre 55 y 64 años está en plena etapa productiva. El 38% de las argentinas de esa edad trabaja. En la Capital, alcanza el 50% de las mujeres. "En sólo diez años, en la ciudad de Buenos Aires creció el 44% la participación de mujeres de esa franja etaria en el mundo del trabajo. Y en todo el país, creció el 34%", asegura la socióloga Nélida Redondo, investigadora del Indec y de la Universidad Católica Argentina en Sociología del Envejecimiento.

Según explica Redondo, las nuevas abuelas llegan a la edad madura no sólo con más trabajo, sino también con mayor nivel educativo.

"Son mucho más activas, ya no están en la casa todo el día. No dejan de trabajar, porque jubilarse significaría perder el estándar de vida. Se dan sus gustos, pero también quieren guardar algo para su vejez. No puede trazarse un perfil único de ellas. Unas se dedican a la cultura, estudian; otras prefieren hacer deportes; otras, viajar. Todas tienen una agenda completa y sus familiares deben saber que no es fácil encontrarlas con una simple llamada en su casa", dice Redondo.

Cursos, clases y talleres

Una prueba de ello es cómo creció en los últimos cinco años la oferta de cursos universitarios para adultos.

La matrícula de los cursos de la Universidad de Buenos Aires para mayores de 50, que se dictan en el Centro Cultural Rojas, creció un 300 por ciento en cinco años, según aseguró Nidia Schuster, responsable de los cursos y talleres. En 2000, había unos 1200 inscriptos. Por estos días, cuando se inscriben para los cursos del primer cuatrimestre, las 4000 vacantes para mayores de 50 quedaron cortas. Los más elegidos: informática, idiomas, historia del arte y los de actividades corporales. El 80% de los alumnos son mujeres de entre 60 y 70 años.

"Hoy, ser abuela no es sinónimo de ancianidad. La longevidad y la baja natalidad influyen en que se desarrollen familias de tres o cuatro generaciones. Y con ello, muchas familias con más abuelos que nietos, y con bisabuelos. En una encuesta tomada a una muestra de personas de 49 a 53 años, se encontró que las dos terceras partes son abuelos y a la vez tienen un padre vivo", asegura Celia Zingman de Galperín, psicóloga e investigadora de la Universidad de Belgrano.

Por Evangelina Himitian
De la Redacción de LA NACION "

1 comentario:

  1. ¿es bueno que la abuelas se ocupen más que las madres en la atención de los niños? XP no es lo último para PC ya quedó más que superado en Argentina.
    Las abuelas estamos para mimar y consetir no para criar

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