martes, 3 de marzo de 2009

Todas somos Madonna


El Síndrome Madonna: Bailando entre el trabajo en la casa
Como Madonna, un dñia nos sentios igualita a la homeless que alimenta palomas y arrastra el carrito de supermercado con sus trapos sucios, y otro día nos sentimos una diva total ... repartidas y oartidas entre dos mudnos : esa es la ezquizofrénica vida de la mujer que trabaja y del ama de casa , dos en uno , o dos por el precio de una , para el bolsillo del caballero ....
Hace poco la diva pop confesó que le resulta difícil compaginar su vida profesional con su familia. Afirmó que ello a menudo le produce un desgarro, que lucha tratando de encontrar un punto de equilibrio entre ambos mundos, y que muchas veces se encuentra diciéndose “Eres un desastre como madre”, sintiendo terribles ganas de ir corriendo a su casa a acostar a sus hijos. “Pero cuando paso mucho tiempo con ellos pienso: Dios mío, solo quiero ser artista”, confesó la cantante. Y eso la hace sentir que está desperdiciando su valiosa capacidad de trabajar horas extraordinarias en discutir con su hijito sobre por qué él debe comer verdura y no golosinas. Ese es el dilema de la mujer actual: si no está con los chicos se siente culpable, si está junto a los chicos se siente desperdiciada.
La mamá que oficia de ama de casa sin empleo remunerado sufre la misma culpa, pero en casa. Los nenes quieren que los escuches, que juegues con ellos, que les leas un librito, que dibujes con ellos. Eso es lo que una más quisiera poder hacer. Después de todo, para eso tuvo hijo: para disfrutarlos, compartir con ellos los juegos, para entretenerlos, enseñarles, hacerlos reír…Pero los días son demasiado cortos, las horas se esfuman, y el tiempo no da para todo. Tenemos que elegir: O hacemos las camas y pasamos un trapo por los pisos, o nos sentamos a modelar plastilina con el nene. Pocas madres son capaces de jugar con el nene teniendo las camas deshechas. Y cuando terminamos con la limpieza, ya es la hora de preparar el almuerzo.
Supongamos que tu bebé termina de almorzar y quiere que le hagas una torre de cubos para que él la tire de un manotazo alegre. ¿Cómo le vas a decir que no? Y sin embargo…mirás la torre de platos del almuerzo y sabes que sería mejor bajar esa torre que levantar la de cubos. Entonces tenés que decirle “ahora no, porque mami tiene que lavar los platos”. El se enoja. Y vos te sentís una mala madre. La prioridad la tienen los hijos, es cierto… ¿Pero los platos, quién los lava? Entonces una se las ingenia para lavar los platos mientras canta con el bebé, o para entrenerlo enseñandole los colores de las tazas que va sacando de la espuma detergente, o mostrándoles como hacer pompas de detergente con la bombilla del mate.
Eso es ser una chica superpoderosa: una madre que se las ingenia para hacer todo, y mantener a todos conformes.
En verdad , las madres somos maravillosas. Por eso todo el mundo quiere tener una . Hacemos milagros todos los días.

La madre que trabaja fuera de casa, encima, debe unir dos aspectos de la vida radicalmente distintos: el de mamá y el de empleada.Las madres de oficina tienen su computadora tapadas de fotos de sus bebés y dibujos hechos por sus chicos, ocupan el teléfono culposamente para saber cómo anda todo en casa y para concertar citas con el pediatra. Y llevan trabajo de oficina atrasado a casa, para ver en qué momento pueden avanzar con eso antes de quedarse dormidas.
Sabemos que la popular Madonna buscó mil maneras de unir los dos mundos, hasta haciendo cursos de Cábala. Descubrió que tampoco tiene tiempo para hacer el curso de Cábala, y terminó abandonando el curso.
Aunque ninguna de nosotras tiene que preparar shows que entusiasmen a cien mil personas, todas sentimos lo mismo que Madonna. En verdad, nos sentimos un poco peor que ella, porque ella vive en una mansión y gana discos de oro. Pese a estas diferencias, la sensación es la misma: “Si salgo a trabajar abandono a mis hijos, y si me quedo en casa, abandono el trabajo.” Tupac Amaru en el momento de su descuartizamiento se sentía mejor que una madre que trabaja.
¿Conflicto insoluble? No: tema mal planteado.
El conflicto de “trabajo o me quedo con los chicos”- , que parece una disyuntiva sin salida- en realidad, no lo es. El empleo materno no es una situación a debatir entre “buen” o “mal”plan. Nadie de nuestra época puede suponer que el hecho de que la madre trabaje sea malo para sus hijos. Y si la mamá trabajando no perjudica a los chicos, ¿cuál es la justificación para que no lo haga?
Las madres que se quedan en casa dicen estar en casa fue mejor para sus hijos, y tienen razón. Las que trabajan dicen que su trabajo benefició a sus hijos, y también tienen razón. Es como comparar churrascos con medialunas: dos cosas distintas para dos gustos distintos y momentos distintos.
La noción de que el trabajo y la familia son mundos separados- de que hay que hacer “una cosa u otra” - es una falacia. Hacer ambas cosas es hacer malabares, es cierto. Pero la teoría de los platillos de la balanza- “si pongo mucho en una cosa, me queda poco en la otra” - acá no cuenta. No depende de lo bien que una lo haga una: los mecanismos de mantener la casa en orden y el trabajo al día son más dinámicos y sutiles, y cada una los resuelve a su modo.
Como dice una amiga que compara la maternidad con la hábil capacidad de hacer malabarismo: “A veces tenés todas las bolas en el aire, y otras veces tenés las bolas por el suelo”.
Este es el tema central de la vida de una mujer : averiguar cómo compatibilizar esos dos mundos- el de los deberes impostergables y el de la atención a la familia- y tomarnos una rato para un baño darnos un baño de inmersion a la luz de una vela aromática. ¿Ciencia ficción? Naaaa…Sólo un poco de organización. Adelantás todos los relojes, les decís a los chicos que a las siete son las diez, los acostás un poco antes y sacás de la bañera todos los patitos de goma , el sonajero, la pelota …¡y el celular que no encontrabas! - antes de llenarla con baño de espuma aroma a rosas. La vida no será color de rosa pero un frasquito de su aroma te cuesta cinco pesos y te llena de placer.

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