martes, 3 de marzo de 2009

Eternamente ocupadas




Ser madre es ser una mujer que trabaja. Que trabaja sin respiro
, sin recesos ni vacaciones, de sol a sol, de luna a luna.
Trabajes o no trabajes fuera de casa, si sos mamá, la vida es una sucesión de cosas que espera que vos las hagas.
Por eso, tal ve la mejor definición de una mamá es la de alguien que todo el tiempo está haciendo algo.
Muchas mamás aún nos sorprendemos de que ciertas personas que nos llaman por teléfono te digan “¿Te interrumpí? ¿Estás ocupada?”. ¿ Cómo explicarles que una mamá está SIEMPRE ocupada? ¿Cómo explicarles que no interrumpieron, que simplemente estás revolviendo el guiso mientras levantás la mesa del desayuno antes de salir a buscarlos al jardín? ¿O que estás colgando la ropa y pelando zanahorias antes de llevarlos al pediatra? ¿O que acabás de volver de la farmacia y los estás bañando , mientras vigilás que el arroz no se pase y que ellos no inunden todo? ¿ No será muy abrumador para el amable albañil que sólo quería saber a qué hora pasar a ver el caño roto en la cocina?
Una madre, per se, es una laburante .
Pero si a esta tarea cotidiana de velar por la familia le sumamos la de traer un sueldo a la casa, la cosa se complica aún más.
En nuestro país, los hogares a cargo de mujeres crecieron un 44% en los últimos diez años. Entre la gente que trabaja, más de la mitad son mujeres. Y entre todas las madres, más de la mitad trabaja.
A veces, el hecho de trabajar fuera de casa es más aliviado que la vida de la mamá en casa las 24 horas. La madre que no sale de casa no tiene ni el respiro de tener un rato para pensar sola durante el viaje al trabajo. Para una madre de tiempo completo, el desafío cotidiano es mantener la casa en orden mientras manitos infantiles demandan su atención tirándole de la ropa diciendo “mirá; mamá” cada dos segundos.
Ambos tipos de madres (las que trabajan en un empleo remunerado y las que se dedican a cuidar el hogar), por más que se deslomen en su tatrea de madre, se debaten pensando si están haciendo las cosas bien. Y conviven con la sospecha de que si no están dejando de lado la casa, están dejando de lado el trabajo, y si están al día con ambas cosas, están descuidando a sus hijos.
Por más que sepamos que nadie puede hacer todo bien todo el tiempo, la exigencia autoimpuesta es enorme. Sentimos que todo el bienestar de la familia depende de nosotras y que si descuidamos un sólo aspecto, toda la estructura se derrumbará.
Tener personal doméstico, niñeras y mayordomos por doquier tampoco nos quita esta angustia. El personal espera instrucciones, y a las instrucciones las da la madre.
Nadie duda de que la cantante pop Madonna debe tener un séquito de personal doméstico que la ayuda con la atención a sus hijos Lourdes y Rocco. Y sin embargo, ni siquiera Madonna es feliz con su condición.



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