Por Ana von Rebeur
Como toda madre, creo me pasé media vida diciéndole a mis hijos como un mantra tibetano “ Cuidado con los cuchillos, los fósforos, los encendedores, las tijeras , las cortaplumas, el fuego, los enchufes , los alfileres, las agujas , las hornallas”, y al día siguiente el pregón se repetía: “No toques los cuchillos, los fósforos, los encendedores, las tijeras , las cortaplumas, el fuego, los enchufes , los alfileres, las agujas , las hornallas”. Un día en que me animé a salir de casa por un rato para hacer un tramite , al llegar me encontré con mi hijo menor con el dedo meñique cortado casi por la mitad , bañado en sangre. Lo envolví en una toalla y corrí con él a la guardia del hospital, donde lo cosieron y supe que por suerte, por un pelito no se había cortado el nervio.
- ¿ Ser puede saber como te cortaste así? – le preguntamos a dúo con el doctor .
- Yo tenía una cinta métrica de metal, mi hermano me la quiso sacar, y yo la sostenía por la cinta para que no me la saque. Y la cinta me cortó como un cuchillo.
- ¡Pero la cinta es una faja de metal , si la apretás con fuerza, es peligroso! ¿No se te ocurrió tener cuidado?
- No, mamá . Vos me dijiste que tenga cuidado los cuchillos, los fósforos, los encendedores, las tijeras , las cortaplumas, el fuego, los enchufes, los alfileres, las agujas y las hornallas...¡Nunca me dijiste que tenga cuidado con las cintas métricas!
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